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MISION DE VIDA
En el SIETE la relación consigo mismo y la relación con los demás están íntimamente vinculadas a la necesidad distintiva de evasión.
El SIETE se culpa por la falta de felicidad, que no encuentra en la multiplicidad de actividades, producto de su necesidad distintiva de evasión. Cuanto más infeliz se sienta, más dirigirá su atención hacia experiencias placenteras. Así impide afrontar dificultades, dolor, sufrimiento; pero éstos se vuelven cada vez más amenazantes. En algún momento, fruto de la inconstancia, los pensamientos positivos ya no funcionan y los problemas lo atropellan. Se enfada (que tomará del UNO) y hace responsables a los demás de su fracaso, desconectándose de sí mismo y volviéndose melancólico (que tomará del CUATRO).
El SIETE, a fin de no mostrarse infeliz, producto de su necesidad distintiva de evasión, toma una actitud optimista. Tanto más exagere su optimismo, tanto más será percibido como superficial e infantil.