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Para el OCHO, será recuperar la sensación de protección que cuida y da paz, abrazar la pertenencia al centro energético visceral, pero atemperando la disposición al enfrentamiento.
En lo individual, el primer paso que debe dar el OCHO es tomar conciencia de que nació, no fue agredido (herida primaria). Comprender esta distinción es central y requiere poner en primer plano al hecho sin cargarlo de intencionalidad. A fin de lograrlo sería fundamental que reconociera que esta vivencia no es real, es una interpretación subjetiva del nacimiento. Para tenerse confianza debería desarrollar la habilidad de observase y dejar pasar los hábitos que lo han llevado a emplear como mecanismo de vincularidad la autonomía, como escudo protector, relacionado al su pertenencia al centro energético visceral. Finalmente, debería reconocer el mecanismo de manejo de la energía visceral híper-desarrollada a fin de no agredir. El ejercicio que debe hacer entonces es decirse: Debo soltar mi deseo de dominar para protegerme porque nadie me está agrediendo. Es decir, la tarea en la vida es aprender a aceptar la debilidad propia y ajena.